Meishu Sama

Quién es Meishu Sama?

Meishu Sama – Señor de la Luz – Fundador de la Doctrina Mesiánica

 

Es el fundador de la Mesiánica.

En japonés, Meishu Sama quiere decir Señor de la Luz. Nació en la parte más oriental de Tokio, capital de Japón, en el barrio de Hashiba, el 23 de diciembre de 1882. Desde el punto de vista espiritual, tanto la fecha como el lugar de su nacimiento están estrechamente relacionados con la misión que desempeñaría en el transcurso de su vida terrena como el responsable por la propagación de la Luz del Oriente.

En el hemisferio norte, el día 23 de diciembre corresponde al marco significativo según el cual los días se vuelven más largos que las noches y en que la Luz gana terreno a las tinieblas –señal que apunta a Meishu Sama como el precursor de los cambios de la Noche al Día y de la transformación que ocurrirá cuando, después de un reinado milenario de las tinieblas¹, la Luz de una Nueva Era despunte en el horizonte.

Hasta los 40 años, Meishu Sama fue un hombre común que se dedicaba a las actividades comerciales y a estudios artísticos. Pero, siempre fue alguien dotado de extraordinaria inteligencia, de la más profunda nobleza de carácter, de enorme sentido de justicia y de gran sensibilidad artística. En el período en que se dedicó al comercio, ya tenía como objetivo lograr reunir el capital necesario para la fundación de un periódico que apuntara a la defensa de causas sociales.

En diciembre de 1925, Meishu Sama comenzó a recibir de Dios las primeras Revelaciones acerca de cómo eliminar los infortunios –enfermedades, pobreza y conflictos– que asolan al Mundo Material. Y fue en ese período que supo que fue escogido por el propio Creador para dar inicio a la construcción del Reino de Dios aquí en la Tierra.

Al comienzo, Meishu Sama hasta dudó respecto a tantas y tan extraordinarias Revelaciones Divinas, porque no llegaba a aceptar que él, un simple mortal, pasase a ser el responsable por el cumplimiento de tamaña misión. Pero, poco a poco, sucesos misteriosos a su alrededor, lo hicieron aceptar la verdad de los hechos que Dios le revelara. Tanto así que, a los 45 años de edad, Meishu Sama ya se había vuelto un gran maestro religioso, habiendo llegado al grado de kenshinjitsu, cuando se “alcanza un grado de sabiduría tal, que la persona comienza entonces a ser capaz de transcender espacio y tiempo”. A partir de entonces, revestido de un incalculable poder, Meishu Sama fue un hombre capaz de ver con la más absoluta claridad el pasado, el presente y el futuro de la humanidad, además del hecho de haberle sido posible también trabajar, al mismo tiempo, en los Mundos Material y Divino.

Fue así que, en la madrugada del 15 de junio de 1931, Meishu Sama recibió directamente de Dios la extraordinaria Revelación de que la Era del Día –marco inicial de una nueva civilización– ya se aproximaba. Y junto a tal Revelación, también comenzó a usufructuar de todo el poder que le posibilitaría trabajar en la construcción del Reino del Cielo en la Tierra, ofreciendo a los hombres los medios concretos para la creación efectiva de un mundo, cuyas bases estarían cimentadas en tres valores fundamentales: Verdad, Virtud y Belleza.

Desde entonces, Meishu Sama se volvió un manantial interminable de la Luz Divina, lo que Lo hizo comenzar a dedicarse íntegramente a la salvación de la humanidad –legado que otorgó a sus seguidores, al posibilitarles transmitir Johrei. De esa forma, aunque que la vida terrena de Meishu Sama haya llegado a su fin el 10 de febrero de 1955, Su gran poder de canalización de Johrei no se interrumpió, ya que el Maestro dejó personas debidamente preparadas para dar continuidad a Su extraordinario trabajo de sanación.

Otros aspectos notables respecto a la vida de Meishu Sama dicen relación con lo que Él profetizó. A medida que el tiempo pasa, sus teorías previstas hace tanto tiempo se confirman cada vez más: la contaminación de los alimentos por el uso de agrotóxicos y de fertilizantes químicos u orgánicos; el calentamiento global; el aumento indiscriminado de los índices mundiales de criminalidad; la intensificación de enfermedades ya existentes; y, principalmente, el surgimiento de nuevas y terribles enfermedades –algunas incluso causadas por el propio uso de medicamentos empleados ampliamente por la medicina actual-. Hoy, tal conjunto de hechos es algo incuestionable y del conocimiento de todos, pero en la época en que fueron previstos por Meishu Sama, no había todavía el menor indicio de que pudieran concretarse  algún día.

En resumen, todo el extraordinario legado de Meishu Sama consiste en Su incansable defensa de la humanidad, habiendo buscado todos los medios para llevarla a la salvación. Para ello, se valió del poder de la Luz do Johrei, como único medio posible de librar a nuestro planeta de todos los infortunios que lo asolan.

Meishu Sama fue una personalidad comprometida en el siglo XX y, desde el inicio de todos Sus trabajos, siempre se mostró preocupado por los problemas político-sociales, económicos, religiosos y culturales que afectan los más diversos niveles de los múltiples campos de las actividades humanas. Por eso, la Mesiánica no es meramente una religión, ya que está fundamentada en principios que transcienden el campo religioso. Naturalmente que presenta fundamentos de carácter místico, pero no se restringe sólo a aspectos de esa naturaleza.

Su objetivo es la salvación de la humanidad como un todo y, para eso, se vale del Johrei como el medio para que el hombre alcance la felicidad plena. Paralelamente a ese aspecto, también tiene por objetivo despertar a la humanidad al poder absoluto de Dios sobre todas las criaturas –trabajo ese nada fácil, ya que la tendencia de los pueblos “civilizados” es descuidar la existencia de Dios y enaltecer los conocimientos científicos-.

Debido a eso se hace necesaria la manifestación de una Fuerza Divina superior, capaz de despertar mentes y corazones a través de acontecimientos que Meishu Sama denominaba “milagros”. En la fe mesiánica, tales ocurrencias operadas por el poder de la Luz Divina son bastante comunes e, incluso, llegan a realizar transformaciones increíbles en el día a día y, principalmente, en el estado general de salud de las personas.

 

Reverendo Minoru Nakahashi

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